martes, 7 de octubre de 2025

92. Práctica y desapego

Asceta tántrico

Cuando se mantiene la concentración en un objeto, llega un momento en que debemos permitir  que los pensamientos  se muevan con libertad y surjan conexiones y asociaciones. Muchas personas no comprenden este paso y se pierden. Así por ejemplo, si nos concentramos en la respiración, varios minutos después podemos sentirnos bien y empezamos a fijarnos en el espacio mental viendo qué pensamientos surgen y, al mismo tiempo, intentando seguir la respiración; entonces, puede suceder que la mente se estrese y en ese momento no sabemos hacia dónde ir.

En realidad, no hay que hacer nada especial, solo permanecer mentalmente alerta y ser conscientes de la transición espontánea y sin esfuerzo de la concentración (dhāraṇā) a la meditación (dhyāna). No hay que hacer nada conscientemente para pasar de un estado a otro. Se debe observar sin observar. Hay que fijarse sin fijarse. Hay que actuar desde la mente intuitiva. Se trata, en definitiva, de cambiar el modo racional de utilizar la mente por el modo intuitivo. Y esto no se hace dándonos cuenta de ello con nuestra mente racional. Esto "sucede", siempre que se profundice suficientemente en dos aspectos básicos: práctica y desapego.

Observar la mente quiere decir no identificarse con ella, mirarla como desde afuera. Y esa mirada debe ser una mirada inocente, que trata de verla tal cual es, sin juicio alguno. Se trata de una mirada de aceptación plena, desapasionada. Esto se correspondería con vairāgya, el desapego. Además, la observación pasiva debe acompañarse de una actitud complementaria: el esfuerzo para mantener la atención mental, un estado de alerta que correspondería a abhyāsa, la práctica continuada. Estas dos actitudes están estrechamente relacionadas. Así, la observación desapegada se purifica con la práctica, al mismo tiempo que la práctica es más efectiva a medida que desarrollamos la capacidad de observación desapegada. No hay que perseguir ningún objetivo. No hay que tener prisa. Ni siquiera hay que preocuparse por el éxito o el fracaso. Si la meditación se efectúa bajo estas premisas, la mente intuitiva surgirá espontáneamente.

 

91. Yoga comercial


 Dorian Leigh en baddhapadmāsana, 1946

¿Se puede hacer del Yoga una profesión sin que se vea comprometido el propio camino interior y sin caer en las opresiones del llamado “supermercado espiritual de occidente”? Esto es realmente difícil si para poder vivir dependemos exclusivamente de impartir clases de yoga. Al margen de los centros de yoga establecidos y consolidados, hay muchas personas que “intentan vivir” desde hace años del yoga. Se dedican a dar clases en colegios, asociaciones de amas de casa, polideportivos, gimnasios… Y ciertamente, no se les pasa por la cabeza poder llegar algún día a comprar un local y abrir su propio centro de yoga. Hay que dar muchas, pero que muchas clases todos los días durante muchísimo tiempo y cobrando muy bien por ellas para poder aspirar a semejante inversión. Muchas de estas personas tampoco se dan de alta como autónomos porque andan justos para llegar a fin de mes, si es que llegan... Y no digamos si encima tienen familia que alimentar. Ello convierte su fuente de ingresos en economía sumergida. Esta situación verdaderamente les hace caer en el estrés. ¿Gracioso, no? Un profesor de yoga estresado por apego a lo material y enseñando un yoga comercial que pueda competir con pilates, gimnasias de mantenimiento y similares. Lo ideal, si queremos transmitir la enseñanza del yoga, sería precisamente no hacer de ella nuestro medio de vida, o al menos, no hacerlo en exclusiva. Si conseguimos que el aspecto económico no sea lo más importante, sino que lo sea la enseñanza que te sientes llamado a compartir, entonces puedes desapegarte de lo material y mantener la pureza del yoga, transmitiéndolo a aquellas personas dispuestas verdaderamente a profundizar en su mundo interior y para las que su vida es realmente un desafío espiritual. De todas formas, no debemos olvidar que sin cierto mercantilismo, el yoga no se habría propagado tal como la ha hecho en occidente en los últimos años.


90. Estilo Iyengar

B.K.S. Iyengar enseñando al violinista Yehudi Menuhin

Se puede afirmar que el estilo de yoga más influyente hoy en día en occidente es el que se deriva de las enseñanzas de B.K.S. Iyengar. El yoga de la escuela Iyengar centra su enseñanza casi exclusivamente en la práctica de las posturas.

En realidad, en las āsanas, cualquier practicante de yoga y, en especial los seguidores de Iyengar, deben integrar los ocho pasos del yoga clásico. Así, un practicante avanzado de haṭhayoga, mientras permanece en cualquier āsana: 1. Expresa con su cuerpo paz, sinceridad, fuerza, armonía y austeridad (yama). 2. Se siente purificado física y mentalmente, se halla contento y disciplinado, investiga cada una de sus sensaciones y mantiene una actitud de abandono y desapego (niyama). 3. Se halla relajado, estable y firme sin esfuerzo, fusionado con la infinitud (āsana). 4. Mantiene controlado el flujo respiratorio, en armonía con la postura (prāṇāyāma). 5. Está concentrado en los sutiles detalles de la postura (dhāraṇā). 6. Mantiene largo tiempo dicha concentración, de tal forma que fluye una corriente de pensamientos similares en torno a la āsana (dhyāna). 7. Se vuelve uno con la āsana; pierde su identidad separada y entra en comunión con sus ser más profundo (samādhi).

Adicionalmente, en el estilo Iyengar se enseña prāṇāyāma a los alumnos más avanzados, como complemento y continuación a la práctica de las posturas. Muchas veces se compara este estilo de yoga con otros “más espirituales”, como por ejemplo el de Sivananda. Mientras que en Sivananda todo es tranquilidad y suavidad, el estilo Iyengar a veces es lo más parecido a un sistema militar, con correcciones continuas y demasiada motivación por parte de algunos profesores.

Sin duda, el estilo de Iyengar es bastante exigente, igual que el de Pattabhi Jois. Ambos lo aprendieron de Krishnamacharya, el maestro que tuvieron en su juventud; y éste, al parecer, deriva su estilo de yoga de la fusión que realizó entre el haṭhayoga tradicional aprendido en los Himalayas y la gimnasia occidental aprendida de contorsionistas y militares cuando estaba al servicio del Raja de Mysore. Posteriormente, Krishnamacharya evolucionó hacia un estilo mucho más suave y terapéutico que influyó en Indra Devi y en su hijo Desikachar, pero ni Iyengar ni Pattabhi Jois participaron de esta enseñanza renovada. Sin embargo, para quien se haya formado la opinión de que el método Iyengar no es muy espiritual, tal vez debería leer el artículo "Yoga - Una ciencia integral", de Prasant Iyengar (https://yoga-darshana.es/Yoga,%20una%20ciencia%20integral.pdf). También podemos observar una gran diferencia entre el yoga de su primera época, expuesto en “Luz sobre el Yoga” y la enseñanza que se imparte en los centros Iyengar actualmente. Creo que este estilo ha evolucionado mucho. Actualmente se utilizan muchos accesorios como ayuda para hacer las posturas y no se insiste tanto en llegar al dominio completo de todas las āsanas. Parece como si ahora se tratase de un tipo de yoga más terapéutico, más orientado hacia la rehabilitación y la reeducación postural.

 

89. Practicar yoga a edad avanzada


 B.K.S. Iyengar en sukhāsana

A partir de una edad avanzada, se suele disponer de más tiempo libre y puede adoptarse la práctica del yoga de una forma más seria. En la práctica física, la disminución de la flexibilidad no es ninguna excusa pues se compensa sobradamente con la paciencia, seriedad y profundidad que confieren los años.

En 1988, durante la celebración del 70 cumpleaños de BKS Iyengar, éste dio la siguiente charla: "En 1978, tras la celebración de mi sexagésimo cumpleaños... empecé practicando de cuatro a cinco horas al día. La mala fortuna quiso que en junio de 1979 padeciese un grave accidente de motocicleta, lesionándome el hombro izquierdo, la columna vertebral y las rodillas. Por culpa de aquella lesión no podía levantar el hombro ni hacer estiramientos hacia delante, torsiones ni equilibrios. Empecé a practicar yoga como si fuese un principiante. Pero tres meses después del primer accidente padecí otro en el que me lesioné el hombro y la rodilla derechos. Como yoga implica uniformidad, ambos accidentes lesionaron uniformemente mi cuerpo y mi práctica tocó fondo. A fin de recuperar mi forma de 1977 practiqué diligente y doblemente, ocupándome de las zonas lesionadas. Aunque poseía una fuerza de voluntad y unos nervios lo suficientemente resistentes como para someterme a horas de práctica, el cuerpo se rebelaba. Pero no me rendí a mis pensamientos negativos. Con perseverancia e insistencia recuperé el setenta y cinco por ciento de mi práctica de āsana en diez años de duro esfuerzo. Espero recuperar mi forma original. En caso de que no lo consiga, quiero morir con la satisfacción de haber hecho todo lo posible hasta mi último aliento. Lo digo a fin de que desarrollen su fuerza de voluntad y persistencia para hacer lo que yo hice sin perder los ánimos, para que también puedan dejar este mundo con alegría cuando Dios les llame".

Después de esta charla, B.K.S. Iyengar continuó practicando āsanas y prāṇāyāma durante veintiséis años más con gran dedicación. En yoga todo se consigue mediante la práctica relajada y persistente. En principio no hay limitación de edad, sexo o condición física. La práctica se adapta a la condición inicial del practicante y, poco a poco, éste va evolucionando, casi sin darse cuenta. No importa si se tarda mucho o poco tiempo. Lo importante es practicar.

jueves, 2 de octubre de 2025

88. Orígenes del yoga en España

André Van Lysebeth, en ardhamatsyendrāsana

El inicio del yoga en España se remonta a principios de los años setenta. En esa época, entre 1968 y 1976, algunas escuelas se instalaron en España y abrieron centros de yoga, al mismo tiempo que algunas personas se interesaron por esta práctica milenaria y buscaron formarse en Francia, en India o, incluso, en España con profesores y swamis recién llegados.

La siguiente relación no es exhaustiva y solo pretende ser una muestra de los divulgadores pioneros más relevantes: 1) El argentino Ricardo Taratuta Barenboim, más conocido como Profesor Tamari, creó en Barcelona la Unión Hispánica de Yoga y Técnicas Orientales en 1968, siendo organizador junto con Jordi Colomer del Primer Congreso de Yoga celebrado en Barcelona. 2) El sacerdote obrero Francisco García Salve escribe libros populares sobre yoga en 1968. 3) Ramiro Calle abre en 1971 el Centro de Yoga Sadhak en Madrid, con Almudena Haurie. Viajó frecuentemente a la India y no ha tenido un maestro definido. Desde el principio ha sido un escritor y divulgador muy prolífico, además de pionero en la investigación médica del yoga en España. Su discípulo, el doctor Miguel Fraile, inaugura en 1982 el centro de Yogaterapia Asanga. 4) Carlos Fiel se inició en el yoga en 1967, formándose en Francia con Gerard Blitz. En 1972 crea Sadhana, en el País Vasco, que se organiza y estructura como Asociación en 1975. En 1980 y junto a su hermano Emilio, fundan la Comunidad del Arco Iris, claramente influenciada por Osho (por entonces, Sree Rajneesh), y actualmente desaparecida. 5) Swami Sivayotir (Francisco Lopez-Seivane), discípulo entonces de Swami Vishnudevananda, abre en Madrid el primer Centro de la Asociación de Yoga Sivananda, hacia 1974, y poco más tarde se extiende a otras ciudades (Barcelona, Vigo, Valencia), abriendo más Centros y empezando una rápida y efectiva divulgación del Yoga en España. Posteriormente se produjo un cisma dentro de la asociación española y Sivayotir dejó la organización. 6) Jose Luís Martínez, discípulo de Harold Sequeira Chaitanya y éste discípulo directo de Sri Yogendra, abre en Santander el Centro Cántabro de Yoga en 1974. 7) La Asociación Internacional de Profesores de Yoga (IYTA) la funda en Barcelona Mª Teresa Martínez Vilafañe en 1975 bajo las directrices de la sede central en Australia. 8) Danilo Hernández se inició en yoga siguiendo a André Van Lysebeth y junto con Enrique Moya abrieron sus primeros centros de yoga en Madrid, 1975, y en Málaga, 1978. Posteriormente continuó con Swami Satyananda adoptando el nombre de Swami Digambarananda Saraswati. 8) La Asociación Española de Practicantes de Yoga la fundó Jordi Colomer el 25 de octubre de 1976 y entre sus presidentes pioneros más conocidos destacan Emilio Fiel, Josep Barneda, Carlos Claramunt, Jaume Chalamanch y Manuel Morata. 9) La Escuela Aragonesa de Yoga es fundada por Manuel Morata en 1977, aunque Manuel se inició siete años antes en Francia con Nil Hahoutoff y posteriormente completó su formación con Svami Satyananda. 10) Saúl Martínez Calvo, discípulo del psicólogo transpersonal Antonio Blay Fontcuberta, preside en 1976 la Asociación Internacional de Profesores de Yoga. 11) Harold Sequeira crea en 1977 el "Instituto de Yoga Clásico" que se transformará más adelante en la Asociación de Yoga Clásico (AYOC).

 

87. Yoga, filosofía y religión

Paramahamsa Madhavadasaji, guru de Kuvalayananda y Yogendra, a los 122 años

El yoga es un sistema eminentemente práctico, pero también adopta ciertas ideas teóricas heredadas del pensamiento ancestral de la India desde la época védica, que coinciden en muchos casos con ideas propias del sāṁkhya, el budismo, el jainismo y el tantra. No obstante, se considera al yoga de Patañjali como uno de los seis sistemas ortodoxos de pensamiento basados en los vedas.

Por otro lado, en la India, religión y filosofía siempre han ido de la mano. Realmente, no hay una filosofía propiamente dicha, como en occidente, sino sistemas de pensamiento basados en la tradición, la mística, la lógica y la propia experiencia. Es decir, el yoga tiene su propia base teórica y, aunque es cierto que no se puede demostrar científicamente la idea de la reencarnación, sin duda Patañjali incluye ésta y la teoría del karma, así como otras ideas controvertidas (la existencia de los siddhis o poderes paranormales, por ejemplo) entre sus enseñanzas. Y no en base a la lógica, sino precisamente en base a las experiencias místicas y al conocimiento derivado de ellas durante los profundos estados de meditación. Todo esto no tiene nada que ver con la idea simplista de asimilar la teoría yóguica con la religión hindú. Muchos autores afirman que realmente no existe una religión hindú per sé, sino numerosos sistemas religiosos, muchos de ellos totalmente antagónicos que los estudiosos occidentales decidieron agrupar en su momento en un mismo contexto: el hinduismo.

 

86. Banquito de meditación

 

Meditación con banquito

Una alternativa válida a las posturas de meditación con las piernas cruzadas es vajrāsana. En esta āsana nos sentamos entre los talones, con los empeines bien extendidos en el suelo, mientras que las rodillas permanecen juntas. La postura es difícil de mantener más allá de unos cuantos minutos por lo que se suelen utilizar cojines o mantas colocados estratégicamente para aliviar la presión sobre los empeines y las rodillas. Salvo que se disponga de mucha práctica y flexibilidad, la tensión sostenida en las rodillas puede hacer que los ligamentos se lesionen. Además, la intensa flexión de las rodillas ocasiona la suspensión de la circulación sanguínea en las piernas provocando sensación de hormigueo; por otro lado, la presión directa sobre el nervio peroneo hace que se “duerman” varios músculos y queden temporalmente paralizados, incluyendo la imposibilidad de flexionar el tobillo, sostenerse de pie o dar un paso adelante en los primeros minutos tras deshacer la postura (síndrome de pie pendular o caído).

Para evitar todos estos problemas, cada vez se utiliza más un banquito de meditación que evita la flexión completa de las rodillas y permite adoptar la posición correcta de caderas y espalda, especialmente a los principiantes o a personas con escasa flexibilidad. Esta variación permite al practicante permanecer mucho más tiempo inmóvil y sin molestias que con las posturas clásicas de piernas cruzadas: no aparece el hormigueo, la espalda esta recta y relajada y no hay problemas de circulación. Entonces, ¿por qué no se recomienda este accesorio para las prácticas meditativas o respiratorias de larga duración? La razón es que la postura no forma una base triangular perfecta como en las posturas clásicas y, por tanto, resulta menos estable. Para quien está acostumbrado a sentarse con las piernas cruzadas y adopta ocasionalmente esta postura nota de inmediato una falta de arraigo, una sensación de estar flotando y de que la energía se disipa. No obstante, sigue siendo una de las mejores alternativas a las posturas clásicas de meditación.


85. Karma


 Ramiro Calle, en mayūrāsana, 1974

Todos nuestros actos (incluidos los pensamientos y sentimientos asociados a ellos) tienen consecuencias. Si se efectúan varias acciones similares o se actúa de forma voluntaria y consciente, las consecuencias tienden a “florecer” más rápidamente. No obstante, la mayoría de nuestras acciones son aisladas e inconscientes y parece que no tienen ningún efecto. En realidad, todos nuestros actos dejan impresiones o huellas sutiles (saṃskāras) en el subconsciente que, más tarde o más temprano, se actualizan y dan lugar a las consecuencias de tales actos en forma de simples recuerdos, deseos o instintos, creando pautas de conducta o, incluso, generando a nuestro alrededor situaciones en las que nos vemos involucrados.

Esta antigua idea de la India es el fundamento de las teorías del karma y la reencarnación. En el yoga clásico y en la mayoría de doctrinas orientales se entiende el ciclo vital de las personas en forma circular, de manera que todo vuelve, todo se regenera y todo se repite… hasta que alcancemos la liberación.


domingo, 28 de septiembre de 2025

84. Peligros del prāṇāyāma


Patabhi Jois con un discípulo de prāṇāyāma, 1961

Hay personas que se aventuran en la práctica de las técnicas de respiración (prāṇāyāma) por su cuenta y las abordan sin la suficiente preparación o de forma inadecuada. Así por ejemplo, en el caso de kapālabhātī o respiración forzada, el hecho de practicar este ejercicio de forma aislada, cada semana o cada dos semanas, puede significar que el organismo no se acostumbre a las sensaciones que provoca la caída de CO2 en el cuerpo. Es decir, se produce una hiperventilación al bajar la tasa de anhídrido carbónico y aumentar relativamente la del oxígeno. La consecuencia de tal hiperventilación, cuando se practica de esta forma, supone entre otros efectos fisiológicos una sensación física de opresión torácica, espasmos musculares y dificultad de coordinación.

Otra fuente de problemas pueden ser las retenciones prolongadas de la respiración con los pulmones llenos. Si se prolongan demasiado sin la suficiente preparación pueden provocar asfixia y ocasionar problemas cardiovasculares y en los órganos abdominales. También hay que tener mucho cuidado si hay problemas pulmonares, hipertensión, o si se practica durante el embarazo o la menstruación. En todo caso, las āsanas deben practicarse primero; una vez logrado cierto dominio y regularidad en su práctica, podrá iniciarse el prāṇāyāma. Además, siempre que se practiquen ejercicios de respiración hay que ser muy riguroso, es decir, hay que practicar cada día o cada dos días de forma metódica.

El prāṇāyāma es un paso más avanzado del haṭhayoga que las āsanas y su práctica puede proporcionar al yogui muchos beneficios, aparte de facilitar considerablemente el acceso a las técnicas de interiorización mental, pero también esconde muchos más riesgos que los pasos anteriores y no deben subestimarse sus efectos.

83. Zazen y Yoga

B.K.S. Iyengar

Siempre he considerado que la práctica de zazén, la meditación de acuerdo con el budismo zen, es el método de meditación yóguica en su estado más puro.

En el yoga clásico se aborda la meditación de forma progresiva, con la concentración primero sobre un objeto tosco que, con la práctica, se vuelve cada vez más sutil, hasta que el objeto desaparece y la meditación se vuelve “sin objeto”. En el zen, la práctica de la meditación o zazén se enfoca directamente hacia la meditación “sin objeto” insistiendo especialmente en los dos pilares básicos del yoga de Patañjali: la práctica continuada y el desapego, es decir, el no confiar en la obtención de resultados concretos. Actualmente, en los centros de yoga se insiste sobre todo en la práctica de posturas, respiración y relajación. En algunos sitios se enseñan los fundamentos de la meditación pero no se profundiza demasiado en ella. Por eso, las personas que sienten inquietud por esta técnica de introspección buscan una práctica complementaria al yoga físico y suelen encontrarla en el budismo, en cualquiera de sus variantes, siendo el budismo zen uno de los que proporcionan la práctica de meditación más intensa.

El zazén es una inmersión directa y profunda en nuestra realidad más íntima. Al zen se llega muchas veces cuando se atraviesan profundas crisis de cualquier tipo: emocionales, espirituales, drogodependencias, procesos de cuasi-muerte, etc. Cuando lo pruebas, puede entusiasmarte o puede que lo aborrezcas, pero no te dejará indiferente. No es necesario abandonar una práctica para iniciar otra. Si se dispone de tiempo suficiente, es recomendable practicar tanto el aspecto psicofísico del yoga, como el meditativo del zen. Tal vez sea más asumible la meditación propuesta por el yoga porque es progresiva, como el resto de las prácticas yóguicas. Lo que propone el zen es, haciendo un ejemplo simplista, como si empezásemos el yoga físico por las asanas más difíciles..., correríamos el riesgo de no entenderlo y de lesionarnos porque no todos pueden situarse en ese nivel al comienzo. El zen es un camino muy directo, pero muy exigente. Quizás por eso, haya tan pocos practicantes de zen y tantos de yoga en nuestra sociedad.

 

82. Lecturas espirituales

Dhirendra Brahmachari, 1953

Cuando leemos libros espirituales no tratamos de aprenderlos de memoria y al poco tiempo solemos olvidarlos total o parcialmente. De esta forma, parece que "perdemos" su enseñanza, pero no es así. Si hemos leído con atención, en el subconsciente queda su huella (saṃskāra). Por supuesto, si nos ha interesado realmente un texto concreto y lo releemos al cabo de un tiempo, es muy probable que accedamos a una mayor comprensión que en la primera lectura. Pero sin duda, cuando mejor se captan sus ideas o, mejor aún, cuando se llega a captar su significado profundo, es cuando las ideas expuestas en el libro las hemos experimentado en nuestro interior durante la meditación.

En muchos casos, todas estas ideas espirituales nos son familiares y, de inmediato, estamos de acuerdo con ellas y nos sentimos contentos al coincidir con el pensamiento del autor. Ello es así porque tales pensamientos son innatos en nosotros, ya sea por nacimiento, o por propia vivencia o convicción, la cual puede ser producto de nuestra meditación. Por tanto, una técnica fundamental para captar el significado profundo de las obras espirituales, es meditar sobre su significado, no racionalmente a la manera occidental, sino vivencialmente, de forma contemplativa. En algunos grupos de meditación se suele utilizar la lectura de textos cortos o frases inspiradas durante la meditación, escogiendo además el momento en que el grupo ha "entrado" en cierto nivel meditativo. Esta lectura se hace además de forma muy pausada y con el tono adecuado para dejar que el significado de cada frase penetre profundamente en la psique de los oyentes. El resultado suele ser asombroso y, desde luego, no tiene nada que ver con la lectura de esos mismos párrafos fuera del estado de meditación. 

 

81. Nāḍīs

 

Los nāḍīs en el cuerpo humano

La columna vertebral es muy importante pues por su interior discurre el principal canal de energía sutil (nāḍī) del haṭhayoga. Se dice que a través de este canal la energía individualizada en el cuerpo humano (kuṇḍalinī) puede ascender y unirse a la consciencia universal en una especie de explosión mística.

Entonces, ¿qué pensar de las personas que tienen problemas en la columna, como escoliosis, lordosis o cifosis? ¿Acaso estas personas no pueden direccionar o enviar esta energía con todo provecho? En realidad, la energía (prāṇa) que circula por nuestro cuerpo asocia sus canales y puntos de concentración a lugares concretos, como la columna vertebral o los plexos nerviosos, puesto que el trabajo sobre estos puntos físicos incide sobre la energía sutil; pero no hay que olvidar que aunque exista esa correspondencia, se trata de sistemas distintos y, en casos especiales en los que aparece un problema físico como la escoliosis o la cifosis, que suponen una deformación de la columna vertebral, no tienen por qué afectar necesariamente al canal sutil correspondiente. Si fuese así, tendríamos que pensar que una deformidad física influye necesariamente en el desarrollo espiritual y, desde luego, esto no es correcto.

Los nāḍīs  son canales sutiles, igual que los cakras son centros energéticos sutiles, es decir, se encuentran en un plano de manifestación distinto del físico y, por tanto, fuera del alcance normal de nuestros sentidos. Su relación con el plano físico es evidente, como nos demuestra la acupuntura china, de tal forma que actuando sobre el aspecto físico adecuado podemos obtener resultados en el aspecto sutil correspondiente. Pero no son lo mismo. Se ha intentado hacer corresponder anatómicamente los nāḍīs  con los nervios, las venas o las arterias, pero investigaciones recientes han demostrado que es una aproximación demasiado simplista. Toda esta fisiología de los nāḍīs  se basa en la introspección, más que en la observación exterior de las estructuras físicas. Cabría pensar que los nāḍīs pueden asociarse con todos los conductores de prāṇa, sean cuales fueren, pudiendo ser muy variados. El prāṇa del aire puede entrar a través de las terminaciones nerviosas de los cornetes nasales, penetrar con el aire en los pulmones, ser allí absorbido por la sangre, circular con ésta por arterias, capilares y venas. A través de la sangre puede llegar al cerebro y pasar a las neuronas, circulando a continuación como influjo nervioso a lo largo de los nervios, etc. Con todo esto podemos pensar que, aunque la columna vertebral resulte afectada o dañada físicamente, el nāḍī que discurre por su interior no tiene por qué verse afectado necesariamente por ello, especialmente cuando lo que estamos considerando es el nāḍī principal del ser humano, el que nos sirve de puerta de acceso a lo ilimitado. Quizás, en los nāḍīs  menores, la correspondencia física sea mayor, más limitada, tal como sucede con respecto a la acupuntura china, pero siempre puede existir un camino alternativo y puro para que circule la energía sutil.


92. Práctica y desapego