Patabhi
Jois con un discípulo de prāṇāyāma, 1961
Hay personas que se aventuran
en la práctica de las técnicas de respiración (prāṇāyāma) por su cuenta y las
abordan sin la suficiente preparación o de forma inadecuada. Así por ejemplo,
en el caso de kapālabhātī
o respiración forzada, el hecho de practicar este ejercicio de forma aislada,
cada semana o cada dos semanas, puede significar que el organismo no se
acostumbre a las sensaciones que provoca la caída de CO2 en el cuerpo. Es
decir, se produce una hiperventilación al bajar la tasa de anhídrido carbónico
y aumentar relativamente la del oxígeno. La consecuencia de tal
hiperventilación, cuando se practica de esta forma, supone entre otros efectos
fisiológicos una sensación física de opresión torácica, espasmos musculares y
dificultad de coordinación.
Otra fuente de
problemas pueden ser las retenciones prolongadas de la respiración con los
pulmones llenos. Si se prolongan demasiado sin la suficiente preparación pueden
provocar asfixia y ocasionar problemas cardiovasculares y en los órganos
abdominales. También hay que tener mucho cuidado si hay problemas pulmonares,
hipertensión, o si se practica durante el embarazo o la menstruación. En todo
caso, las āsanas
deben practicarse primero; una vez logrado cierto dominio y regularidad en su
práctica, podrá iniciarse el prāṇāyāma. Además, siempre que se
practiquen ejercicios de respiración hay que ser muy riguroso, es decir, hay
que practicar cada día o cada dos días de forma metódica.
El prāṇāyāma
es un paso más avanzado del haṭhayoga que las āsanas
y su práctica puede proporcionar al yogui muchos beneficios, aparte de
facilitar considerablemente el acceso a las técnicas de interiorización mental,
pero también esconde muchos más riesgos que los pasos anteriores y no deben
subestimarse sus efectos.
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