B.K.S.
Iyengar
Siempre he considerado que la
práctica de zazén, la meditación de acuerdo con el budismo zen, es el método de
meditación yóguica en su estado más puro.
En el yoga clásico
se aborda la meditación de forma progresiva, con la concentración primero sobre
un objeto tosco que, con la práctica, se vuelve cada vez más sutil, hasta que
el objeto desaparece y la meditación se vuelve “sin objeto”. En el zen, la práctica
de la meditación o zazén se enfoca directamente hacia la meditación “sin
objeto” insistiendo especialmente en los dos pilares básicos del yoga de
Patañjali: la práctica continuada y el desapego, es decir, el no confiar en la
obtención de resultados concretos. Actualmente, en los centros de yoga se
insiste sobre todo en la práctica de posturas, respiración y relajación. En
algunos sitios se enseñan los fundamentos de la meditación pero no se
profundiza demasiado en ella. Por eso, las personas que sienten inquietud por
esta técnica de introspección buscan una práctica complementaria al yoga físico
y suelen encontrarla en el budismo, en cualquiera de sus variantes, siendo el
budismo zen uno de los que proporcionan la práctica de meditación más intensa.
El zazén es una
inmersión directa y profunda en nuestra realidad más íntima. Al zen se llega
muchas veces cuando se atraviesan profundas crisis de cualquier tipo:
emocionales, espirituales, drogodependencias, procesos de cuasi-muerte, etc.
Cuando lo pruebas, puede entusiasmarte o puede que lo aborrezcas, pero no te
dejará indiferente. No es necesario abandonar una práctica para iniciar otra.
Si se dispone de tiempo suficiente, es recomendable practicar tanto el aspecto
psicofísico del yoga, como el meditativo del zen. Tal vez sea más asumible la
meditación propuesta por el yoga porque es progresiva, como el resto de las
prácticas yóguicas. Lo que propone el zen es, haciendo un ejemplo simplista,
como si empezásemos el yoga físico por las asanas más difíciles..., correríamos
el riesgo de no entenderlo y de lesionarnos porque no todos pueden situarse en
ese nivel al comienzo. El zen es un camino muy directo, pero muy exigente.
Quizás por eso, haya tan pocos practicantes de zen y tantos de yoga en nuestra
sociedad.
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