martes, 7 de octubre de 2025

92. Práctica y desapego

Asceta tántrico

Cuando se mantiene la concentración en un objeto, llega un momento en que debemos permitir  que los pensamientos  se muevan con libertad y surjan conexiones y asociaciones. Muchas personas no comprenden este paso y se pierden. Así por ejemplo, si nos concentramos en la respiración, varios minutos después podemos sentirnos bien y empezamos a fijarnos en el espacio mental viendo qué pensamientos surgen y, al mismo tiempo, intentando seguir la respiración; entonces, puede suceder que la mente se estrese y en ese momento no sabemos hacia dónde ir.

En realidad, no hay que hacer nada especial, solo permanecer mentalmente alerta y ser conscientes de la transición espontánea y sin esfuerzo de la concentración (dhāraṇā) a la meditación (dhyāna). No hay que hacer nada conscientemente para pasar de un estado a otro. Se debe observar sin observar. Hay que fijarse sin fijarse. Hay que actuar desde la mente intuitiva. Se trata, en definitiva, de cambiar el modo racional de utilizar la mente por el modo intuitivo. Y esto no se hace dándonos cuenta de ello con nuestra mente racional. Esto "sucede", siempre que se profundice suficientemente en dos aspectos básicos: práctica y desapego.

Observar la mente quiere decir no identificarse con ella, mirarla como desde afuera. Y esa mirada debe ser una mirada inocente, que trata de verla tal cual es, sin juicio alguno. Se trata de una mirada de aceptación plena, desapasionada. Esto se correspondería con vairāgya, el desapego. Además, la observación pasiva debe acompañarse de una actitud complementaria: el esfuerzo para mantener la atención mental, un estado de alerta que correspondería a abhyāsa, la práctica continuada. Estas dos actitudes están estrechamente relacionadas. Así, la observación desapegada se purifica con la práctica, al mismo tiempo que la práctica es más efectiva a medida que desarrollamos la capacidad de observación desapegada. No hay que perseguir ningún objetivo. No hay que tener prisa. Ni siquiera hay que preocuparse por el éxito o el fracaso. Si la meditación se efectúa bajo estas premisas, la mente intuitiva surgirá espontáneamente.

 

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