domingo, 28 de septiembre de 2025

84. Peligros del prāṇāyāma


Patabhi Jois con un discípulo de prāṇāyāma, 1961

Hay personas que se aventuran en la práctica de las técnicas de respiración (prāṇāyāma) por su cuenta y las abordan sin la suficiente preparación o de forma inadecuada. Así por ejemplo, en el caso de kapālabhātī o respiración forzada, el hecho de practicar este ejercicio de forma aislada, cada semana o cada dos semanas, puede significar que el organismo no se acostumbre a las sensaciones que provoca la caída de CO2 en el cuerpo. Es decir, se produce una hiperventilación al bajar la tasa de anhídrido carbónico y aumentar relativamente la del oxígeno. La consecuencia de tal hiperventilación, cuando se practica de esta forma, supone entre otros efectos fisiológicos una sensación física de opresión torácica, espasmos musculares y dificultad de coordinación.

Otra fuente de problemas pueden ser las retenciones prolongadas de la respiración con los pulmones llenos. Si se prolongan demasiado sin la suficiente preparación pueden provocar asfixia y ocasionar problemas cardiovasculares y en los órganos abdominales. También hay que tener mucho cuidado si hay problemas pulmonares, hipertensión, o si se practica durante el embarazo o la menstruación. En todo caso, las āsanas deben practicarse primero; una vez logrado cierto dominio y regularidad en su práctica, podrá iniciarse el prāṇāyāma. Además, siempre que se practiquen ejercicios de respiración hay que ser muy riguroso, es decir, hay que practicar cada día o cada dos días de forma metódica.

El prāṇāyāma es un paso más avanzado del haṭhayoga que las āsanas y su práctica puede proporcionar al yogui muchos beneficios, aparte de facilitar considerablemente el acceso a las técnicas de interiorización mental, pero también esconde muchos más riesgos que los pasos anteriores y no deben subestimarse sus efectos.

83. Zazen y Yoga

B.K.S. Iyengar

Siempre he considerado que la práctica de zazén, la meditación de acuerdo con el budismo zen, es el método de meditación yóguica en su estado más puro.

En el yoga clásico se aborda la meditación de forma progresiva, con la concentración primero sobre un objeto tosco que, con la práctica, se vuelve cada vez más sutil, hasta que el objeto desaparece y la meditación se vuelve “sin objeto”. En el zen, la práctica de la meditación o zazén se enfoca directamente hacia la meditación “sin objeto” insistiendo especialmente en los dos pilares básicos del yoga de Patañjali: la práctica continuada y el desapego, es decir, el no confiar en la obtención de resultados concretos. Actualmente, en los centros de yoga se insiste sobre todo en la práctica de posturas, respiración y relajación. En algunos sitios se enseñan los fundamentos de la meditación pero no se profundiza demasiado en ella. Por eso, las personas que sienten inquietud por esta técnica de introspección buscan una práctica complementaria al yoga físico y suelen encontrarla en el budismo, en cualquiera de sus variantes, siendo el budismo zen uno de los que proporcionan la práctica de meditación más intensa.

El zazén es una inmersión directa y profunda en nuestra realidad más íntima. Al zen se llega muchas veces cuando se atraviesan profundas crisis de cualquier tipo: emocionales, espirituales, drogodependencias, procesos de cuasi-muerte, etc. Cuando lo pruebas, puede entusiasmarte o puede que lo aborrezcas, pero no te dejará indiferente. No es necesario abandonar una práctica para iniciar otra. Si se dispone de tiempo suficiente, es recomendable practicar tanto el aspecto psicofísico del yoga, como el meditativo del zen. Tal vez sea más asumible la meditación propuesta por el yoga porque es progresiva, como el resto de las prácticas yóguicas. Lo que propone el zen es, haciendo un ejemplo simplista, como si empezásemos el yoga físico por las asanas más difíciles..., correríamos el riesgo de no entenderlo y de lesionarnos porque no todos pueden situarse en ese nivel al comienzo. El zen es un camino muy directo, pero muy exigente. Quizás por eso, haya tan pocos practicantes de zen y tantos de yoga en nuestra sociedad.

 

82. Lecturas espirituales

Dhirendra Brahmachari, 1953

Cuando leemos libros espirituales no tratamos de aprenderlos de memoria y al poco tiempo solemos olvidarlos total o parcialmente. De esta forma, parece que "perdemos" su enseñanza, pero no es así. Si hemos leído con atención, en el subconsciente queda su huella (saṃskāra). Por supuesto, si nos ha interesado realmente un texto concreto y lo releemos al cabo de un tiempo, es muy probable que accedamos a una mayor comprensión que en la primera lectura. Pero sin duda, cuando mejor se captan sus ideas o, mejor aún, cuando se llega a captar su significado profundo, es cuando las ideas expuestas en el libro las hemos experimentado en nuestro interior durante la meditación.

En muchos casos, todas estas ideas espirituales nos son familiares y, de inmediato, estamos de acuerdo con ellas y nos sentimos contentos al coincidir con el pensamiento del autor. Ello es así porque tales pensamientos son innatos en nosotros, ya sea por nacimiento, o por propia vivencia o convicción, la cual puede ser producto de nuestra meditación. Por tanto, una técnica fundamental para captar el significado profundo de las obras espirituales, es meditar sobre su significado, no racionalmente a la manera occidental, sino vivencialmente, de forma contemplativa. En algunos grupos de meditación se suele utilizar la lectura de textos cortos o frases inspiradas durante la meditación, escogiendo además el momento en que el grupo ha "entrado" en cierto nivel meditativo. Esta lectura se hace además de forma muy pausada y con el tono adecuado para dejar que el significado de cada frase penetre profundamente en la psique de los oyentes. El resultado suele ser asombroso y, desde luego, no tiene nada que ver con la lectura de esos mismos párrafos fuera del estado de meditación. 

 

81. Nāḍīs

 

Los nāḍīs en el cuerpo humano

La columna vertebral es muy importante pues por su interior discurre el principal canal de energía sutil (nāḍī) del haṭhayoga. Se dice que a través de este canal la energía individualizada en el cuerpo humano (kuṇḍalinī) puede ascender y unirse a la consciencia universal en una especie de explosión mística.

Entonces, ¿qué pensar de las personas que tienen problemas en la columna, como escoliosis, lordosis o cifosis? ¿Acaso estas personas no pueden direccionar o enviar esta energía con todo provecho? En realidad, la energía (prāṇa) que circula por nuestro cuerpo asocia sus canales y puntos de concentración a lugares concretos, como la columna vertebral o los plexos nerviosos, puesto que el trabajo sobre estos puntos físicos incide sobre la energía sutil; pero no hay que olvidar que aunque exista esa correspondencia, se trata de sistemas distintos y, en casos especiales en los que aparece un problema físico como la escoliosis o la cifosis, que suponen una deformación de la columna vertebral, no tienen por qué afectar necesariamente al canal sutil correspondiente. Si fuese así, tendríamos que pensar que una deformidad física influye necesariamente en el desarrollo espiritual y, desde luego, esto no es correcto.

Los nāḍīs  son canales sutiles, igual que los cakras son centros energéticos sutiles, es decir, se encuentran en un plano de manifestación distinto del físico y, por tanto, fuera del alcance normal de nuestros sentidos. Su relación con el plano físico es evidente, como nos demuestra la acupuntura china, de tal forma que actuando sobre el aspecto físico adecuado podemos obtener resultados en el aspecto sutil correspondiente. Pero no son lo mismo. Se ha intentado hacer corresponder anatómicamente los nāḍīs  con los nervios, las venas o las arterias, pero investigaciones recientes han demostrado que es una aproximación demasiado simplista. Toda esta fisiología de los nāḍīs  se basa en la introspección, más que en la observación exterior de las estructuras físicas. Cabría pensar que los nāḍīs pueden asociarse con todos los conductores de prāṇa, sean cuales fueren, pudiendo ser muy variados. El prāṇa del aire puede entrar a través de las terminaciones nerviosas de los cornetes nasales, penetrar con el aire en los pulmones, ser allí absorbido por la sangre, circular con ésta por arterias, capilares y venas. A través de la sangre puede llegar al cerebro y pasar a las neuronas, circulando a continuación como influjo nervioso a lo largo de los nervios, etc. Con todo esto podemos pensar que, aunque la columna vertebral resulte afectada o dañada físicamente, el nāḍī que discurre por su interior no tiene por qué verse afectado necesariamente por ello, especialmente cuando lo que estamos considerando es el nāḍī principal del ser humano, el que nos sirve de puerta de acceso a lo ilimitado. Quizás, en los nāḍīs  menores, la correspondencia física sea mayor, más limitada, tal como sucede con respecto a la acupuntura china, pero siempre puede existir un camino alternativo y puro para que circule la energía sutil.


98. El arte de meditar