Sribhashyam, hijo de T.
Krishnamacharya, en ākarṇadhanurāsana
Cuando nos
concentramos en un objeto como, por ejemplo, la respiración, seguimos su
movimiento notando como se mueve el abdomen, sintiendo como entra y sale el
aire, etc. Cuando el esfuerzo por concentrarse desaparece, decimos que se ha
establecido la concentración (dhāraṇa) y, de
forma automática, suceden dos cosas: se inicia la meditación (dhyāna) y
el objeto se sutiliza.
Ahora no solo centramos el pensamiento en el
aspecto físico de la respiración; ahora también somos conscientes de su aspecto
sutil: el movimiento del prāṇa, la comunicación cósmica a través de la
respiración, etc. No hacemos conscientemente el cambio de pasar a concentrarnos
de un objeto denso a uno sutil. Es el cambio el que acontece por sí mismo, sin
esfuerzo. Da lo mismo el objeto de concentración que se elija. El proceso
siempre es igual.
La diferencia entre utilizar un objeto u otro
es que el practicante tenga más afinidad con el objeto elegido y así le sea más
fácil establecer la concentración. En todos los casos, el objeto debe
percibirse con el máximo detalle. La visión detallada al extremo nos facilita
"fundirnos" con el objeto. Claro, si el objeto es simple: un punto o
un círculo, por ejemplo, los detalles a considerar son mínimos y la
concentración es más sencilla. No olvidemos que la concentración detallada en
el objeto es solo el paso previo hacia la meditación y que en ésta desaparece
toda dificultad.
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