Swami Madhavadasji, gurú de
Kuvalayananda y Yogendra
Un verdadero
maestro debe cumplir dos condiciones: 1) haber comprendido al menos en cierta
medida, su auténtico ser, y 2) poder transmitir de alguna forma su experiencia.
Son condiciones tan generales que podemos entender que haya distintos niveles de maestros, desde el modesto instructor de
yoga hasta el ser autorrealizado. Pero cuando hablamos de un auténtico maestro
o gurú generalmente nos referimos al ser autorrealizado que con su sola
presencia puede despertar en el discípulo su energía interna. Los textos
clásicos de haṭhayoga ensalzan la figura del gurú y llegan a afirmar que
sin su mediación, la realización final puede ser una empresa imposible. Al gurú
se le considera capaz de disipar la oscuridad que oculta la luz del
conocimiento supremo. En la práctica llega a ser imprescindible para guiar al
discípulo en las etapas más avanzadas y en los caminos más esotéricos del yoga.
Los auténticos gurús son muy escasos y generalmente huyen de la fama. Es muy
importante saber discriminar entre el auténtico gurú y el falso (éste, por desgracia,
sí que es abundante, fácil de encontrar y en muchos casos famoso). Los gurús
falsos suelen reclamar obediencia ciega y servicio constante y gratuito;
incluso llegan a poner precio a sus "iniciaciones", pues la relación
entre un maestro y su discípulo es como el enamoramiento: ciego, irracional y
completo. También se afirma que el auténtico maestro no es nada más que nuestro
ser interior (el cual es idéntico al ser interior de otra persona). Por eso, el
yogui siempre tiene dos opciones: buscar al maestro dentro de sí mismo y
buscarlo en el exterior.
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