Maestro zen Kodo Sawaki poco antes de
su muerte en 1965
Cuando el yogui se
sienta en āsana y controla su
respiración, surge la abstracción sensorial (pratyāhāra).
Los sentidos están unidos a la mente, de tal forma que si ésta se aquieta y se
desconecta del exterior, los sentidos se inhiben y dejan de reaccionar ante las
sensaciones producidas por los objetos.
Pratyāhāra es un corte, una desconexión entre los sentidos y sus estímulos. El
mundo exterior captado por los sentidos desaparece para el que practica la
meditación. No así el mundo interior, que puede proceder de nuestra
memoria, de la imaginación o del razonamiento. A medida que profundizamos en la
concentración y ésta se vuelve más estable, alcanzamos un grado cada vez mayor
de interiorización que provoca que los sentidos, sin esfuerzo alguno por
nuestra parte, pierdan contacto progresivamente con sus objetos. Es, como dice
Patañjali, como si el vaciamiento voluntario de la mente fuese imitado por los
sentidos.
Cuando nos sentamos a meditar, no hay un orden
en la práctica; no se hace voluntariamente primero pratyāhāra, luego
concentración, después meditación y finalmente samādhi. La operación
mental es única y las distintas etapas fluyen de unas a otras o son
consecuencia unas de otras. Normalmente, lo primero que hacemos es tratar de
fijar nuestra mente en algo concreto. Cuando se consigue, aunque sea por
periodos de tiempo pequeños que se interrumpen con continuas distracciones,
podemos decir que estamos concentrados; cuando los periodos de atención se
hacen más largos y estables, estamos sumergiéndonos en la meditación. Se trata
del mismo proceso sutil pero con distinto grado de profundidad. Ahora las
interrupciones de la atención son más armoniosas. Esta profundidad es
precisamente la que nos introduce cada vez más en pratyāhāra. Es decir,
a medida que progresamos de la concentración a la meditación, los sentidos se
abstraen cada vez más, hasta lograr la completa abstracción sensorial.
Indefectiblemente, si seguimos profundizando en la meditación, nuestra
conciencia estará en condiciones de trascender su estado normal al de samādhi.
No es necesario seguir un orden ascendente en estos cuatro pasos, pero sí es
cierto que en concentración disponemos de algún grado de pratyāhāra;
cuando la conciencia entra en meditación, pratyāhāra es mucho más
profundo; y cuando se logra un vislumbre del samādhi, pasando
previamente por concentración y meditación, pratyāhāra es total.
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