viernes, 1 de agosto de 2025

64. Abstracción sensorial

 

Maestro zen Kodo Sawaki poco antes de su muerte en 1965


Cuando el yogui se sienta en āsana y controla su respiración, surge la abstracción sensorial (pratyāhāra). Los sentidos están unidos a la mente, de tal forma que si ésta se aquieta y se desconecta del exterior, los sentidos se inhiben y dejan de reaccionar ante las sensaciones producidas por los objetos.

Pratyāhāra es un corte, una desconexión entre los sentidos y sus estímulos. El mundo exterior captado por los sentidos desaparece para el que practica la meditación. No así el mundo interior, que puede proceder de nuestra memoria, de la imaginación o del razonamiento. A medida que profundizamos en la concentración y ésta se vuelve más estable, alcanzamos un grado cada vez mayor de interiorización que provoca que los sentidos, sin esfuerzo alguno por nuestra parte, pierdan contacto progresivamente con sus objetos. Es, como dice Patañjali, como si el vaciamiento voluntario de la mente fuese imitado por los sentidos.

Cuando nos sentamos a meditar, no hay un orden en la práctica; no se hace voluntariamente primero pratyāhāra, luego concentración, después meditación y finalmente samādhi. La operación mental es única y las distintas etapas fluyen de unas a otras o son consecuencia unas de otras. Normalmente, lo primero que hacemos es tratar de fijar nuestra mente en algo concreto. Cuando se consigue, aunque sea por periodos de tiempo pequeños que se interrumpen con continuas distracciones, podemos decir que estamos concentrados; cuando los periodos de atención se hacen más largos y estables, estamos sumergiéndonos en la meditación. Se trata del mismo proceso sutil pero con distinto grado de profundidad. Ahora las interrupciones de la atención son más armoniosas. Esta profundidad es precisamente la que nos introduce cada vez más en pratyāhāra. Es decir, a medida que progresamos de la concentración a la meditación, los sentidos se abstraen cada vez más, hasta lograr la completa abstracción sensorial. Indefectiblemente, si seguimos profundizando en la meditación, nuestra conciencia estará en condiciones de trascender su estado normal al de samādhi. No es necesario seguir un orden ascendente en estos cuatro pasos, pero sí es cierto que en concentración disponemos de algún grado de pratyāhāra; cuando la conciencia entra en meditación, pratyāhāra es mucho más profundo; y cuando se logra un vislumbre del samādhi, pasando previamente por concentración y meditación, pratyāhāra es total.


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