martes, 26 de noviembre de 2024

33. Concentración

 

Un joven B.K.S. Iyengar en bhujapidāsana

Cuando se practica la concentración (dhāraṇā) no hay que "forzar" o "tratar de conseguir" que la mente se concentre. Cuando se fuerza la atención hacia un punto, esa misma intención o fuerza que enfocamos supone en sí misma un elemento perturbador que requiere de enorme energía con el fin de mantener la atención deseada. Se trata, más bien, de apartarse de los elementos perturbadores: practicar en un lugar y hora tranquilos, alejados de estímulos sensoriales.

T.K.V. Desikachar explica todo esto con el siguiente ejemplo: "imagine una gran presa de agua que los agricultores usan para regar sus tierras. Hay canales que salen de ella en diferentes direcciones. Si el agricultor cavó todos los canales a la misma profundidad, el agua correrá igual en todos lados. Pero si un canal es más profundo que los otros, correrá más agua por él. Esto es lo que pasa en la concentración: creamos las condiciones en la mente para enfocar su atención en una dirección, en lugar de que salga en muchas otras". Patañjali aclara totalmente este tema: "hay que limitarse a escoger entre las distintas posibilidades, igual que actúa un campesino cuando riega el campo conduciendo el agua por los canales apropiados". Así pues, se trata más de quitar que de añadir y más de ajustar que de forzar el curso de las cosas.

Quizás la traducción más adecuada para dhāraṇā no sea “concentración”, pues nos condiciona a asimilarla con la concentración mental occidental, propia del científico o del filósofo. Dhāraṇā es el inicio o la puerta de acceso a lo que llamamos, también de forma no muy apropiada, “meditación” (dhyāna). Dhāraṇā no se entiende sin dhyāna, y al revés. Para poner un ejemplo práctico, cuando nos sentamos para buscar la interiorización y pacificación de la mente, es muy común empezar observando la respiración. Surgen distracciones continuamente, y para superarlas es preciso efectuar un esfuerzo mental mínimo a fin de volver a observar el movimiento respiratorio. No se trata de analizar en detalle el proceso de la respiración, lo cual implicaría un importante esfuerzo extra; se trata, más bien, de hacer uso de un esfuerzo que consiste precisamente en la relajación del esfuerzo natural, hasta que cesa completamente y dhāraṇā se transforma en dhyāna. Evidentemente, con la práctica continuada, ese mínimo esfuerzo requerido disminuye cada vez más.


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