Tradicionalmente, la
dieta del yogui debe ser sana, equilibrada, agradable, armoniosa, simple y
adaptada al individuo, a la sociedad y al entorno que le rodea. Lo principal es
una dieta moderada que en las comidas principales deje libre una cuarta parte
del estómago y que consista preferentemente en
alimentos nutritivos y dulces, ni demasiado fríos, ni demasiado calientes. Se
desaconsejan una serie de alimentos que pueden considerarse “tamásicos”
(pesados, no frescos) y “rajásicos” (excitantes, cargados de toxinas), entre
los que cabría incluir la carne y el pescado, pero también numerosos vegetales
entre los que destacan el ajo y la cebolla. Se recomiendan alimentos “sátvicos”
(puros), como cereales integrales, legumbres, leche y mantequilla, así como verduras
y frutas locales.
En nuestra cultura
actual, lo más recomendable siempre debe ser una dieta agradable, mezcla entre
vegetariana, macrobiótica y mediterránea, consumiendo productos ecológicos,
locales y de temporada, muy frescos y con la menor cantidad posible de toxinas.
También resulta muy conveniente practicar ayuno intermitente que permita la práctica con la digestión completamente finalizada.
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