Tanto en la
práctica de la meditación budista como en la del yoga se acepta a todo el que
tenga la suficiente inquietud para adentrarse en ella. La diferencia es que
seguir la vía de la meditación budista es tan duro, tan difícil al principio,
que muy pocos perseveran, mientras que en el yoga es más agradable, más cercano
a nuestra vida ordinaria y no produce el tremendo choque de los caminos
budistas. El zen, por ejemplo, va directo al objetivo, sin rodeos, sin adornos;
podríamos decir que la práctica de la meditación en el zen es la práctica del
yoga especializado en una sola postura. La esencia de la postura de meditación
es la práctica más pura de yoga que podemos encontrar. Hoy en día, en el yoga
occidentalizado se ha perdido bastante el enfoque meditativo y no hay que
olvidar que la meditación es la práctica principal del yoga. Por eso muchas
personas, especialmente seguidoras de los nuevos métodos de moda implantados en
la sociedad occidental complementan su práctica con la meditación zen, la meditación
budista tibetana o la meditación vipassana. La propuesta de estas escuelas de
yoga con respecto a la meditación es que durante la ejecución de las āsanas
se puede mantener una actitud meditativa y profundizar tanto como con otros
métodos de meditación inmóvil en la postura del loto. Se trata de una opinión
respetable, pero en ningún caso permite alcanzar la intensidad de la meditación
profunda de los sistemas budistas.
Por otro lado, hay escuelas del budismo en que se desvela
el samādhi más elevado de forma espontánea e inmediata, tan inmediata
que incluso se afirma que ya estamos en él. Por contra, el yoga es un
procedimiento progresivo; trabaja con todos los aspectos del ser humano de
forma integral buscando la predisposición del practicante para que el samādhi
aparezca naturalmente. Son distintos enfoques del camino, aptos para distintas
personalidades y con un único y mismo objetivo: el conocimiento de lo que
realmente somos. En relación con la respiración, la meditación budista utiliza
un tipo específico de respiración abdominal con largas y profundas
espiraciones. En yoga, por contra, hay una gran variedad de respiraciones que
pueden utilizarse durante la práctica meditativa, aunque generalmente se
controla sólo durante los primeros minutos para inducir la interiorización,
olvidándola después para concentrarse en el objeto de meditación. Solamente,
cuando el objeto de meditación sea la respiración misma, ésta no se olvida pero
sí llega a ralentizarse hasta casi su suspensión.
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