lunes, 11 de noviembre de 2024

18. Meditación en el budismo y en el yoga


 Flor de loto

Tanto en la práctica de la meditación budista como en la del yoga se acepta a todo el que tenga la suficiente inquietud para adentrarse en ella. La diferencia es que seguir la vía de la meditación budista es tan duro, tan difícil al principio, que muy pocos perseveran, mientras que en el yoga es más agradable, más cercano a nuestra vida ordinaria y no produce el tremendo choque de los caminos budistas. El zen, por ejemplo, va directo al objetivo, sin rodeos, sin adornos; podríamos decir que la práctica de la meditación en el zen es la práctica del yoga especializado en una sola postura. La esencia de la postura de meditación es la práctica más pura de yoga que podemos encontrar. Hoy en día, en el yoga occidentalizado se ha perdido bastante el enfoque meditativo y no hay que olvidar que la meditación es la práctica principal del yoga. Por eso muchas personas, especialmente seguidoras de los nuevos métodos de moda implantados en la sociedad occidental complementan su práctica con la meditación zen, la meditación budista tibetana o la meditación vipassana. La propuesta de estas escuelas de yoga con respecto a la meditación es que durante la ejecución de las āsanas se puede mantener una actitud meditativa y profundizar tanto como con otros métodos de meditación inmóvil en la postura del loto. Se trata de una opinión respetable, pero en ningún caso permite alcanzar la intensidad de la meditación profunda de los sistemas budistas.

Por otro lado, hay escuelas del budismo en que se desvela el samādhi más elevado de forma espontánea e inmediata, tan inmediata que incluso se afirma que ya estamos en él. Por contra, el yoga es un procedimiento progresivo; trabaja con todos los aspectos del ser humano de forma integral buscando la predisposición del practicante para que el samādhi aparezca naturalmente. Son distintos enfoques del camino, aptos para distintas personalidades y con un único y mismo objetivo: el conocimiento de lo que realmente somos. En relación con la respiración, la meditación budista utiliza un tipo específico de respiración abdominal con largas y profundas espiraciones. En yoga, por contra, hay una gran variedad de respiraciones que pueden utilizarse durante la práctica meditativa, aunque generalmente se controla sólo durante los primeros minutos para inducir la interiorización, olvidándola después para concentrarse en el objeto de meditación. Solamente, cuando el objeto de meditación sea la respiración misma, ésta no se olvida pero sí llega a ralentizarse hasta casi su suspensión.


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98. El arte de meditar