El yoga debe
adaptarse al practicante y no al revés. La sesión de yoga debe ser
individualizada para ajustarse al nivel de flexibilidad, requerimientos físicos
y médicos, morfología y aspiraciones espirituales de cada practicante. Esto es
lo ideal.
Generalmente, la persona que desea aprender haṭhayoga
acude a un Centro donde sigue una sesión general de práctica que, más o menos,
se adapta a su nivel, pero que en algunos casos podría causarle serios
problemas. En esto resulta fundamental que el profesor sea muy competente y que
las clases no estén masificadas. Los textos clásicos son meros “apuntes” para
el profesor. No proporcionan detalles específicos, son exagerados en sus
beneficios y carecen de precisión. Gracias a las enseñanzas recibidas y, sobre
todo a su propia experiencia, es el profesor quien conoce los detalles, los
posibles beneficios, las dificultades y todas las peculiaridades de las
técnicas para adaptarlas a cada persona. Claro, esto tiene el peligro de los
falsos maestros que surgen por doquier...
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