Maharajá de Kholapur en bharadvājāsana, 1940
El yoga está más
allá de la religión. Toda religión se fundamenta en la fe, en la creencia ciega
en algo que no puede demostrarse y su práctica se halla limitada por preceptos
y normas morales y éticas impuestas, que no aceptan discusión. El yoga de
Patañjali, aunque valora en gran medida la fe que debe poseer todo practicante
en lograr el objetivo último, es eminentemente un sistema técnico, práctico y
lógico. La práctica es personal e interior y es el practicante quien decide en
todo momento lo que debe hacer. La religión busca la unión mística con la
divinidad y el yoga de Patañjali busca la libertad absoluta, conseguida a
través del conocimiento de uno mismo. En el yoga de Patañjali el practicante no
busca la unión con algo externo a sí mismo (llámese Dios, Brahman, īśvara
o lo que sea); el practicante debe descubrir que todo está ya en sí mismo
(desde siempre) y no hay nada aparte de él. De hecho, Patañjali denomina al
estado de liberación la “soledad trascendental (kaivalya)”. Īśvara no es el Dios de las religiones
monoteístas; no se trata de un Dios creador, sostenedor o destructor del
universo; tampoco es el Brahman del vedānta, el sat-cit-ānanda
(existencia, conciencia y felicidad absolutas).
Īśvara es únicamente el “sí mismo esencial”, situado
más allá del tiempo y del espacio, que siempre ha sido así y siempre lo será.
Es nuestra esencia más íntima desde un punto de vista absoluto. Actualmente se
identifica más con el Dios de la religión monoteísta debido a la influencia de
Krishnamacharya y sus discípulos. En realidad, solo se trata de un ejemplo
máximo que inspira a algunos practicantes de yoga, pero no tiene nada que ver
con aspectos religiosos.
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