Vanda
Scaravelli a los 85 años en kandāsana
Yoga no es unión.
Lo bueno no existe sin lo malo y viceversa. Son cuestiones relativas que solo
tienen sentido en una visión dual donde domina la ignorancia sobre uno mismo (avidyā). El yoga no busca la unión,
busca la trascendencia. La unión es un término que implica un punto de partida
"des-unido" y eso es un error. Lo que importa es "ver con
claridad" y superar la ignorancia. En este contexto, “trascendente” hace
referencia a algo que está más allá del mundo fenoménico. El yogui no se une a
algo distinto de sí mismo. Patañjali nos dice que la meta del yoga es kaivalya,
“el aislamiento en sí mismo, el reposo en la auténtica esencia”. El yoga es un
método que permite descondicionarse, librarse de apegos, frustraciones y
temores de forma progresiva, hasta que el practicante comprende su auténtica
naturaleza. No hay nada separado a lo que el yogui pueda unirse. En todo caso,
si seguimos queriendo entender el yoga como “unión”, ésta debe ser comprendida
en alusión al estado de perfecta interiorización o samādhi, en el cual
el objeto y el sujeto se funden y se trascienden.
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