Sarath, en baddhapadmāsana
La respiración se vuelve
prolongada y sutil cuando el yogui es consciente de sus tres fases
(inspiración, espiración y detención), del espacio recorrido por el aire, de la
duración de cada fase respiratoria y del número de respiraciones que efectúa
(Yogasūtra II.50). Las cuatro fases del prāṇāyāma están relacionadas y
cada una tiene su importancia. La espiración, concretamente, es la fase que
marca el tiempo, es decir, según sea nuestra capacidad para espirar, así debe
ser para las otras fases. Me explico: si podemos
espirar durante 20 segundos, no debemos retener más de 40 segundos y la
inspiración no debe ir más allá de los 10 segundos (aunque nos sintamos capaces
de retener o de inspirar durante más tiempo). Siempre hay una fase que puede
descompensarse y generalmente es la retención con los pulmones llenos. La
espiración funciona, por tanto, como un sistema de seguridad para que podamos
mantener el ritmo y alargar el tiempo de práctica sin fatigarnos. Es importante
alargar el tiempo de las fases, pero lo principal es mantener el ritmo 1:4:2
con todo detalle y llevar las tres fases juntas.
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