lunes, 11 de noviembre de 2024

16. Haṭhayoga

 


Krishnamacharya en sankatāsana

El yoga tradicional se divide en cinco grandes ramas: haṭhayoga, rājayoga, bhaktiyoga, jñānayoga y karmayoga. Cabría preguntarse si estas divisiones tienen o no una razón de ser, es decir, si cada una de ellas es por sí misma una vía suficiente. En principio, el término “yoga” hace referencia a la unión de dos fuerzas que actúan de manera conjunta y coordinada para alcanzar un objetivo. De acuerdo con esto, solo el haṭhayoga podría llamarse yoga. ¿Qué ocurre entonces con las otras denominaciones?

En realidad, el rājayoga no está separado del haṭhayoga. Más bien, es una parte integrante del mismo. Se trata de una distinción artificial que popularizaron Vivekananda y la Sociedad Teosófica a principios del siglo XX, pero que se arrastra históricamente desde la misma Bhagavadgītā. Vivekananda era un filósofo del vedānta. Los seguidores de esta escuela parten del principio de que el mundo es ilusorio y por ello quieren alejarse de él para regresar lo más rápido posible al Absoluto. Consideran que el cuerpo es un obstáculo, una atadura que nos atasca en el aspecto material y nos impide fundirnos en lo ilimitado. Por eso, al menos Vivekananda y los primeros seguidores de su maestro Ramakrishna, descuidaban el cuerpo y rechazaban las āsanas. Patañjali no llamó a sus aforismos “Tratado de Rājayoga”. Realmente, jamás ha existido distinción entre el haṭhayoga, considerado como la forma física del yoga, y el rājayoga, o “yoga mental”. Es una distinción artificial que se opone al espíritu mismo del yoga. En cuanto al karma, bhakti y jñāna, en la India se denominan margas o “caminos”, en lugar de “yogas”. Serían, pues, la “vía de la acción desinteresada”, la “vía de la devoción a lo Absoluto” y la “vía del conocimiento filosófico”, respectivamente. Si bien Vivekananda (y otros antes que él) equiparó estas margas con el yoga, sin duda, jamás encontraríamos la acepción rājamārga y, por tanto, rājayoga carecería de significado. Sólo el haṭhayoga (que incluye al rājayoga) es lo que en nuestros días puede considerarse simplemente yoga o yoga integral.

Es cierto que en el Bhagavadgītā se habla de bhaktiyoga, jñānayoga y karmayoga, pero hay que tener en cuenta que estas denominaciones son los títulos de sus correspondientes capítulos. Esta obra tiene dieciocho capítulos y cada uno de ellos se titula como un yoga distinto. Así, además de los citados y en plan de igualdad con ellos, tenemos los yogas del desaliento de Arjuna, del sāṁkhya, de la renunciación, de la meditación, del Brahman imperecedero, etc. Cuando se cita el término yoga en el Bhagavadgītā, se hace en el sentido de marga o camino espiritual, sin relación alguna con el yoga como sistema técnico. Lo que trato de aclarar es que, de acuerdo con la etimología de la palabra “yoga”, deberíamos considerar como tal, única y exclusivamente el haṭhayoga, el sistema integral que propone un conjunto de técnicas psicofísicas conducentes a la liberación de la ignorancia espiritual. Lamentablemente, por extensión, la palabra “yoga” se ha aplicado históricamente a cualquier camino espiritual dentro del seno del hinduismo.

El haṭhayoga no son solo āsanas, ni mucho menos. Se trata de un sistema completo basado en los ocho pasos del yoga de Patanjali, pero que se ocupa en detalle de la parte psicofísica o energética del yoga. En haṭhayoga se observan códigos de conducta, y se establecen ciertas técnicas de “purificación” o “limpieza de impurezas”, antes de que el practicante se dedique a la práctica de las āsanas. Una vez dominadas éstas, el practicante continúa con ejercicios muy sofisticados de respiración (prāṇāyāma), siendo este paso quizás el más importante del haṭhayoga. Pero el haṭhayoga no termina aquí. La práctica continúa con ciertas técnicas, muchas veces extrañas al yoga que se ha impuesto en nuestra cultura, denominadas “sellos” (mudrās) y “cierres” (bandas). La absorción sensorial (pratyāhāra) es el siguiente paso del practicante, antes de introducirse en los laberintos de la concentración, la meditación y el samādhi. Es verdad que se denomina rājayoga al conjunto de estos tres o cuatro últimos pasos, pero en mi opinión, creo que deberíamos considerar el rājayoga sencillamente como la parte más sutil y elevada del haṭhayoga.


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