Para ser profesor de yoga no debería ser necesario ningún título (aunque tampoco están de más y ahora es un requisito necesario para abrir oficialmente un centro de yoga). El yoga es una ciencia práctica y, como tal, lo más importante es dominarla y enseñar lo que uno mismo experimenta. El instructor debe dominar la técnica que instruye, además de poseer ciertas dotes de comunicación para transmitir la enseñanza de forma clara. En los cursos de formación de profesores, se aprenden técnicas para suplir de alguna forma (o desarrollar, según los casos) dichas dotes necesarias para poder dirigir una clase de 10 ó 15 alumnos. Pero es solo la práctica personal, cuando es sincera, continuada y fervorosa, la que poco a poco transforma el carácter del practicante y, en último término, lo faculta para la enseñanza.
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